22/9/11

A LAS MADRES,CUANDO UN HIJO CAMBIA DE RUMBO.

Muchas veces los hijos son un libro del que pasamos todas su hojas, pero no sabemos leerlas; un árbol del que vemos caer todas sus flores, sin saber sobre las alas de qué viento se van a posar. Conocemos su fogosidad y su temperamento, ¡pero no calculamos la fuerza con que pueden sentir el amor!
Sabemos que es nuestro hijo, pero no justificamos que la vida se lo lleve. No podemos creer que a veces, para realizarse, tenga que decirnos adiós, ni que un amor nuevo, apenas aparecido, eche sus raíces sobre las nuestras y tengamos que cederle el lugar.
Es así como vamos transitando por la vida y aprendiendo la nueva forma de vivir.
Ese hijo que nació de ti, ahora anida en otro tronco y le regala su pasión y sus sueños, dejándote sólo el pedacito de un recuerdo ya vivido, el saludo de un pañuelo que se despide y la palabra ”mamá” cuando el mundo lo golpea.
Miró sobre ti y se te adelantó. Encontró nido y se mudó. Cruzó la cerca y se fue al mundo. Buscó el triunfo y lo hizo junto a su elegida.
Miró el mar y fabricó su barco. Lo estremeció la pasión ¡y le volteó la vida!
Ya no quiere tu canto de madre, sino su melodía de mujer. No quiere besos de ternura, sino besos de fuego. No quiere que lo ayudes, quiere ayudar. No quiere que lo reflejes… ¡quiere ser!
Ya le salió el sol, tú eres la luna. Ya le amaneció el futuro, tú eres el pasado. Ya se le asomó un lucero, tú pasas a ser la estrella errante. Ya no cabe en el cascarón, creció su ambición, no cabe en tu cielo. Le crecieron las alas, ya no es tuyo, tiene otra dimensión.
¡Ya se irguió ante el mundo y echó a andar!
Ya ese hijo pegado a nosotros quiere poner el timón en su mano y el dinero en su bolsillo, la vida en sus cálculos y el amor en su elección.
Esa semilla que germinó en tus entrañas, sacó pasturita que está dando sombra por otro cielo y echando raíces por otras tierras.
Siempre habrá un ligamento común, una savia del mismo tronco, residuos de germinación de tu sangre y de tu vida. Pero es otro árbol, es otro crecimiento y posiblemente será otro fruto.
El destino de tu hijo, hoy, es abrirse camino. Si se lo cierras, te pasará por alto, y no con un pañuelo mojado en llanto, sino con el hierro candente de unas palabras que te quemarán el alma: “¡No volveré!”
Si quieres conservarle intacto el corazón, no pilotees su vida, no te erijas en árbitro, o te pares en la proa dando señales.
No te empeñes en conservar lo que debe pasar a otro. Nos parece una frialdad, un desalojo, una injusticia, un derrumbe de los derechos que creemos tener… pero cuando a nosotros nos silbó el viento del amor, también nos fuimos volando tras él y tampoco quisimos que nos manejaran la vida.
Tu tronco se ha dividido en dos, pero no se ha roto. Si le das todo su espacio, lo verás florecer y con el perfume que te llegue, ¡trata de ser feliz!

4 comentarios:

  1. A los hijos hay que enseñarles a volar, para que vuelen, disfrutando de verles defenderse ellos mismos........ es ley de vida y se gana más si se les permite vivir, que si se les mete en una burbuja para que nada les perjudique, de otra forma le estamos coartando su libertad. Un saludo

    ResponderEliminar
  2. ¡Te felicito por tu post María!

    No sé cual es el camino verdadero, tal vez, como apuntas, comprenderlo, ponerse en su sítio, negociar, y MUCHO AMOR.

    ¡Feliz fin de semana!

    ResponderEliminar
  3. Hola Maria:
    Has hecho un post muy hermnoso y sabio a la vez.
    A veces hay circunstancias que nos hace ser demasiado protectoras aunque no queramos.
    Besos, Montserrat

    ResponderEliminar