• Desde que el niñ@ nace, el hecho de sonreírle, acariciarle, responder a sus intentos de comunicación son los primeros signos que generan autovalía.
• Para que el niñ@ tenga un buen concepto de sí mismo debe conocerse. Hay que favorecer que conozca tanto su cuerpo, como su forma de expresar lo que quiere, aquello que le cuesta y en lo que sobresale. Es fundamental ayudarle para que se sea especial en algo, por ejemplo, en su colaboración, aspecto físico, deporte, pintura, etc. haciendo que se dé cuenta de sus logros y lo vea como algo importante.
• Siempre es mejor reconocer el esfuerzo, interés y atención que han puesto los niñ@s, antes que sus resultados. Esto puede concretarse en cualquier ámbito. Por ejemplo, ante una tarea que le cueste conviene elogiar cualquier avance, por mínimo que sea, y hacerle ver la importancia de su esfuerzo. La persona con síndrome de Turner tiene que ser consciente de lo que más le cuesta, para que pueda esforzarse y compensarlo, siendo capaz de pedir la ayuda que necesite.
• Desde que el niñ@ es pequeño conviene enseñarle hábitos básicos de higiene, sueño o alimentación e ir disminuyendo nuestra ayuda en actividades diarias que ya puede hacer sol@. No conviene hacer las cosas por él o ella. Desde edades tempranas es importante fomentar que el niñ@ tenga pequeñas responsabilidades en casa. Dependiendo de la edad que tenga podrán ser recoger: sus juguetes, ayudar a poner la mesa, responsabilizarse de tareas cotidianas, etc. El hecho de ir progresivamente incrementando sus responsabilidades le proporcionará una mayor seguridad, sabrá que otros le consideran capaz de resolver tareas y le permitirá tener una mayor sensación de valía.
• Es fundamental demostrarle nuestro cariño y aprecio, alabar y elogiar siempre cualquier progreso para que adquiera seguridad en sí mism@. La autoestima es la interiorización que los demás tienen de él o ella y la confianza que en él o ella depositan. Al decirle lo que hace bien le estaremos permitiendo discriminar lo que ha sido fruto de su esfuerzo para que tienda a repetirlo. Estas experiencias le proporcionarán una sensación de control y confianza en sus capacidades. Si, por el contrario, siempre se le dice lo que hace mal, estaremos desarrollando un sentimiento de fracaso. Hay que ayudar al niñ@ a comprender las consecuencias de su comportamiento, a que vea el efecto de sus actuaciones sobre sí mism@ y sobre los demás. Le servirá para valorar su propia actuación.
• Se pueden organizar tareas y actividades en las que tenga oportunidad de salir con éxito. No hay que exigirle ni más ni menos de lo que es capaz de hacer y conviene ayudar al niñ@ a establecer objetivos razonables y alcanzables.
• Hay que enseñarle a que no siempre han de prevalecer sus deseos y opiniones. También ha de escuchar el punto de vista y aportaciones de los demás. La “empatía” o capacidad de ponerse en la piel del otro es fundamental. No se debe aprobar todo lo que haga, porque los límites o normas de convivencia son necesarios para garantizar que comprendan qué es lo que se les pide en cada momento. Conviene alabar cualquier comportamiento del niñ@ que implique ayuda y colaboración, no alabar todo, ya que los falsos halagos no les benefician en el fortalecimiento de su autoestima.
• Es importante alabar su opinión e iniciativa en diálogos y el interés por comunicarse con los demás. Animadle a expresar ideas y permitid que haga las cosas a su manera dentro de los límites que se le permiten.
• Fomentad que vuestro hij@ exprese verbalmente sus afectos y sentimientos (cuando llore, esté content@, esté enfadad@...). Saber identificar una emoción ayuda a controlarla y solucionar sus orígenes cuando son negativas.
• El modelo de los padres y adultos supone un referente fundamental para la formación de la propia autoestima en el niñ@. Conviene intentar ser un buen modelo de importancia y valía, hablar de nuestros éxitos y virtudes para que ell@s también lo hagan.
• No conviene hacer comparaciones con otros niñ@s o herman@s. Siempre es mejor compararle consigo mism@, para que vea cómo cada vez le salen mejor las cosas. El éxito consiste en darles oportunidades para que muestren sus capacidades, la práctica les hará más competentes.
• Por otro lado, hay que cuidar la manera en la que se le dicen las cosas. Expresar primero lo que nos gusta de él o ella y luego lo que nos desagrada refiriéndonos a hechos concretos y no a etiquetas. A la vez, siempre es mejor escuchar a los niñ@s hasta el final cuando hablan sobre sus actividades, amig@s, emociones..., sin interrumpir; esto le hará sentir que lo que comunica es también importante para el adulto que está con él o ella.
• En el aula hay que tener en cuenta el efecto de las expectativas, llamado efecto Pigmalión. La opinión preconcebida que el profesor pueda tener del alumn@ condiciona la forma de interactuar con él o ella y afecta, en consecuencia, a la conducta del niñ@. Si el profesor piensa que, debido a su discapacidad, el niñ@ no va a ser capaz de hacer algo se lo transmitirá al él o ella de forma directa o indirecta. Con esta forma de actuar el niñ@ irá interiorizando lo que se espera de él o ella y repercutirá en su autoestima.
• Conviene sumergirnos en “su mundo de niñ@”, implicándonos en juegos infantiles (de movimiento, de comunicación y conocimiento de los objetos, juegos imaginativos, disfraces, construcciones con piezas...) e implicarle en actividades de los adultos (ir a la compra, hacer galletas, poner la mesa...). Debemos amoldarnos a los juegos de cada edad, proponiendo y participando en ellos. Lo más importante, en el terreno que nos ocupa, serán los juegos de relación y expresión emocional. Todos los juegos podemos realizarlos de forma que favorezcan una adecuada relación con la familia y amig@s y permitan al niñ@ expresar preocupaciones, miedos, sentimientos, etc.
• En relación a la escuela es fundamental que exista una adecuada comunicación con la familia. Los padres, en relación al niñ@, deben preguntarle por lo que hace, lo que más le gusta, sus compañeros, etc. Pueden realizarse en casa actividades paralelas sobre los contenidos que se trabajan en el aula, le servirán para reforzarlos y contribuirá a una mayor motivación por el aprendizaje. Conviene premiar su esfuerzo y constancia, aunque los resultados no alcancen lo previsto.
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ResponderEliminarUna guía muy buena sobre lo que hay que hacer para educar a los hijos, muchas gracias por compartir y por los consejos. Me hubiera gustado haberlos tenido a la mano cuando eduqué a mis pequeños.
ResponderEliminarUn abrazo.